Darío de Roma es venerado por la Iglesia junto con su esposo Crisanfo como Santos mártires. La imagen del Santo simboliza la fidelidad y la pureza de las relaciones humanas. La hazaña de la Santa fue que, frente a la muerte, no renegó de Cristo, no tuvo miedo de permanecer con sus convicciones en un momento en que la mayoría de las personas no las compartían. Con su esposo, la Santa aceptó el martirio, preservando el matrimonio espiritual y recibiendo de Dios las coronas de la recompensa inmortal.