El sello es un modelo de estilo discreto y masculino: líneas claras, simetría estricta y relieve lacónico.
La palabra "Amén" inscrita en la cara superior completa cada oración cristiana. Esta no es solo la fórmula final: es la afirmación de la verdad, un signo de acuerdo con la voluntad de Dios, un símbolo de fe inquebrantable. La ubicación de esta palabra en el anillo la convierte en un recordatorio personal de la responsabilidad espiritual.
La cara superior del anillo, hecha en forma de octaédrica, tiene un profundo significado teológico. En la tradición cristiana, el octavo día no es parte de la semana terrenal, sino un día fuera del tiempo. Después de los seis días de la creación y del séptimo reposo sabático, el octavo día se convierte en la imagen de la nueva realidad. Este es el día de la resurrección universal: cuando, según la fe de la Iglesia, se producirá la segunda venida de Cristo, se resucitará a toda la humanidad y se producirá la victoria final de la vida sobre la muerte. Es por eso que la forma octogonal se usa a menudo en la arquitectura Ortodoxa y las artes decorativas, como un signo del siglo futuro. Desde el centro hasta los bordes, los rayos tallados divergen, creando una imagen del resplandor saliente.
En el interior del anillo se coloca una Cruz en relieve, el centro de la vida cristiana, un signo de hazaña y salvación. La composición se completa con un adorno sutil, oculto a la vista, como un recuerdo de una oración, que siempre permanece con una persona, incluso cuando no se pronuncia en voz alta.
Este anillo es un recordatorio estricto y expresivo de la fe, la oración y el arrepentimiento.